martes, 20 de septiembre de 2011

Jardín Universal


a Gisela Sarmiento, una flor de mi paraíso para ti.




“Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano… ¿entonces, qué?” La pregunta misma por la realidad. La prueba del paraíso es una flor; esto es que los límites de nuestro universo tienen forma de flor. Borges arrancó la flor de Coleridge como símbolo de la universalidad: todos los libros son uno mismo, cada autor es un solo autor. En esta medida la historia de la literatura (y por extensión la obra de la humanidad) no tiene autores, sino extensiones. Esta clase de sentimiento es de cierta forma ensoñación, espíritu que fluye. Transgredir los límites de la imaginación y traer con nosotros la prueba de que el sueño del mundo es un lugar común: el padre Espinoza le pidió al indígena que se confesaba que trajese una única flor desde Santiago hasta Osorno para probarle que era capaz de practicar la magia.





Todos los paraísos rebosan de flores. Inclusive el paraíso de la ciencia, el mundo con sentido, está atrapado entre pétalos, la disposición de las hojas y los sépalos en espirales es una clara espiral dorada o proporción áurea: la mano de un dios en la geometría. Es difícil pensar en la brisa sin campos floridos o cabellos de amadas ondeando. La metáfora es clara; el amor y la primavera; el amor polinizado al que se le entregan flores: en los altares, para nuestra pareja, en nuestros ataúdes, todas esas formas del mismo sueño floreciente. Sin embargo, si despertásemos con la flor en la mano ¿qué flor sería? Caminemos por el jardín sagrado y agucemos el olfato. Más de 250000 especies –sin contar la dichosa metafísica- ¿cuál es el olor del cielo? No existe una única flor, por más divina que sea (Gabriel le trae lirios a la Rosa Mística). En ese caso, 250000 clases de paraíso, imaginando jardines monotemáticos. Son apenas palabras. Es bien claro que el nombre de esa flor es flor pero no es ninguna flor, sino un símbolo marchito. Si despertase del sueño tendría en mis manos un girasol para mí. Pero sé que mi amor tiene aroma de tulipanes. A lo mejor traicionaría al espíritu de la humanidad y a los terrenos de la imaginación pero, más allá de los lindes de la realidad, está el sueño despierto de regar mis plantas. Cultivarlas es también una forma de fluir en aquel rio incontenible de la vida, un espíritu más amplio. La muestra se hace patente cuando se abre brillante la corola y asoman maduros los pistilos. Para ese momento ya no existen las palabras pues es ya vida. Hace más de cinco mil años que empezamos a formar este jardín universal. Cuando la tomo de la tierra, despierto, y si despierto del sueño con la prueba de nuestro paraíso, no podría más que entregar este regalo a tus manos.

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