martes, 27 de septiembre de 2011

I


-¿Te diste cuenta de eso?

-¿De qué?

-De que ya no estoy en el restaurante

Ella ríe un poco, desconcertada y me dice que sí, que estoy aquí.

-¿Pero de verdad te diste cuenta?

-¿Cómo así?

-Si, ya no estoy en el restaurante pero apenas hace un momento estaba a punto de gritar porque insistían en si el pedido era mixto con pollo o solo pasta con pollo. Pensaba que lo mejor era no volver, entregar mixto o solo pasta o pollo con lo que se les diera la gana. No aguantaba más la mueca de desconsuelo de los clientes al verme pasar al lado de ellos sin su limonada. Luego yo mismo me tomé un vaso y ahora resulta que estoy aquí, contigo, como si el mixto con pollo nunca hubiese pasado.

-¿Pero si lo serviste o no? – Ahora su mirada me entraña como supervisándome.

-No sé, seguro a alguien se lo serví tal cual mixto con pollo pero a otros les di carne. Un muchacho solo me pidió una fruta con carne asada y nada más. No lo podía cree, después de eso qué hacía. No me prepararon para un radicalismo de ese calibre.

-¿Entonces qué hiciste?

-Le insistí repetidamente que podía darle otra cosa, le barajé todas las posibilidades: más papa, más plátano, solo arroz, ensalada y arroz, papa y tomate, plátano y ensalada y quién sabe cuántas cosas más pero él se empeñaba en la carne sola. Estaba tan convencido que tuve que aceptar que no existía alternativa alguna y llevar el pedido. Cuando llegué a la cocina, la cocinera me miro con tal desconcierto que no se atrevía a poner la carne a asar.

Marie atina a llevarse el cigarrillo a la boca y escupir una bocanada de humo como si quisiera opacar la imagen de esa cocina que no conoce y la carne que ya nunca vería. Sin embargo, este humo se está revolviendo de manera extraña, separándose en pequeños círculos danzantes que brincan como chisporroteando y en medio de todos está su rostro y para ella el mío. Somos dos pedazos de carne.

-¿Y qué era lo que decías de no estar?

-No es nada. Me impresiona mucho que solo sea recuerdo. Ya casi no recuerdo la cara del muchacho de la carne.

-A mí me parece que sigues allá, San.
-Pero si estoy aquí.

-Pero estás allá. Llevas aquí ya un rato y todavía estas con lo del mixto con pollo. Ya hasta la cara la tienes como un pedazo de carne frita.


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